Hay personajes que acaban siendo bandera de algún movimiento o de alguna causa a reivindicar, pero normalmente son personas que no fueron conscientes en su momento de este papel ni de su simbología. José Pérez Ocaña, más conocido como Ocaña, fue uno de estos casos. Su forma de ser, su arte explosivo, su influencia en una Barcelona gris que justo empezaba a despertar y su trayectoria vital -con un final digno de las grandes leyendas- fueron suficientes para dotarlo del aura de libertad y desafío que aún hoy se le atribuye. También tuvo algo que ver el acertado y oportuno documental de Ventura Pons, así como algunas influyentes amistades (Copi, Nazario, etc.) que, con el tiempo, mantuvieron vivo su recuerdo.
Este homenaje que le rinden Joan Vázquez, Marc Rosich y Marc Sambola, en forma de recital de coplas, es una muestra más de su legado y su influencia. Con una guitarra, con un actor en estado de gracia que se desdobla entre el personaje y el narrador, y con una pantalla donde se proyectan testimonios visuales de la obra y de la Barcelona preolímpica hay bastante como para construir un artefacto potente, reivindicativo y directo. Un artefacto que nos recuerda a aquel Paquito Forever que tantas alegrías dio al musical de pequeño formato, pero que esta vez quiere transcender el personaje e ir algo más allá. Es cierto que en ocasiones el documento se come las posibilidades de conocer mejor a la persona, y también pienso que musicalmente se hubiera podido investigar algo más… Pero que más da, si el resultado es un espectáculo emotivo y completamente evocador.