Shakespeare, años 50

Molt soroll per no res

Molt soroll per no res
27/11/2016

Se suele decir que Shakespeare, cuando se hace bien, es un autor muy comercial. Es difícil determinar qué quiere decir “bien o mal” en este contexto o, por lo menos, implica pisar un terreno peligrosamente subjetivo. Lo que no admite discusión es que este Molt soroll per no res dirigido por Àngel Llàcer es, ciertamente, un producto comercial de primera y así lo corroboran las cifras de venta de entradas. El espectáculo es una fiesta magnífica, divertida y luminosa que toma como referencia el Hollywood de los años cincuenta, adornando el texto del dramaturgo inglés con canciones de Cole Porter. Así, el montaje se propone enamorar y hacer feliz a la gente, y lo consigue sin ningún tipo de duda. Resulta difícil reprimir las ganas de ponerse a bailar al salir del teatro. Sin embargo, quizás el envoltorio escogido es demasiado grande y llamativo, y acaba por eclipsar un poco la pieza. Los actores hacen un muy buen trabajo, la dirección es simpática y cuidadosa, y la ambientación muy lograda. Pero hay que reconocer que incluir temas musicales en un espectáculo que no forman parte de la trama implica hacer un paréntesis narrativo después de cada escena. Por muy maravillosa que resulte su factura, esto acaba afectando al ritmo y la importancia que damos a la historia, aunque las canciones se hayan escogido con buen criterio. Afortunadamente, el espíritu del conjunto es coherente y el reparto se lo pasa tan bien sobre el escenario que contagian su buen rollo a la platea. Cuando la sensación que se transmite está por delante de aquello que nos explican, inevitablemente, se los acaba por perdonar todos sus defectos en favor del entretenimiento.

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