Cuando una comedia viene precedida por un éxito de su mismo autor, como es el caso de Francis Veber y su popular obra La cena de los idiotas, es inevitable que se genere una cierta expectación. Desgraciadamente, esta circunstancia atrae más fácilmente al público pero también pone el listón a una altura más difícil de alcanzar. Quizás por este motivo, Maldita fortuna resulta un espectáculo tan decepcionante. A pesar de tocar temas de actualidad, como la importancia de las apariencias en el éxito profesional o el juego sucio de las élites económicas, su maquinaria cómica no funciona, ya que sus enredos son muy previsibles e inverosímiles, se alargan de forma desmesurada y giran sobre sí mismos, sin acabar de ir a ningún lugar verdaderamente sorprendente o alentador. La conocida sutileza y absurdidad de Veber brilla, en este caso, por su ausencia, apostándolo todo a un personaje cuyo carisma no tiene suficiente fuerza para sostener una historia con tan poca profundidad. A pesar de esto, la dirección de Paco Mir es buena (especialmente, a nivel gestual), dotando de todo el ritmo posible a un texto lento y con poca gracia. Probablemente, si los conflictos se hubieran abordado desde una óptica más realista y no tan superficial y caricaturizada, generaría un interés que nos podría hacer obviar sus carencias humorísticas. No obstante, a falta también de esto, lo único que nos queda es una sátira con una mala leche muy inocentona que trata constantemente de hacernos reír y que sólo lo consigue en contadas ocasiones.
¡Enlace copiado!