Identidad y empatía

L'oreneta

L’oreneta
01/03/2022

El conocimiento, comprensión y aceptación de la identidad exige una generosa dosis de empatía. Ésta es la lección que realmente se llevan los dos protagonistas de una clase de canto que de entrada ya no tenía que ser. La maternidad, la asunción que por haber parido alguien posees su mente, el salto generacional, la amistad, el amor, el amor de hijo y el amor de pareja, la pareja, la estereotipada y la auténtica, la canción (La golondrina) que, versionada, otorga una posición de privilegio en la carrera por los sentimientos, el engaño, la orientación sexual, las expectativas frustradas, el callar por no molestar, la incomprensión mostrada por haber callado, el radicalismo, el fascismo, la homofobia… el cataclismo. Y mucho más. Estos son sólo algunos de los temas que La golondrina plantea.

Guillem Clua, el autor del texto, ha dado muestras ya de una traza impresionante y deslumbrante para tratar las vicisitudes de un colectivo que reclama normalización. Smiley fue un gran ejemplo de ello. En esta ocasión, el atentado integrista en un bar de ambiente de Orlando en 2016 sirve para estirar el hilo de una historia que une a dos personajes divergentes desde un inicio. A pesar de vivir uno en las antípodas del otro en los personajes que interpretan, Emma Vilarasau y Dafnis Balduz muestran una conexión mágica en el escenario. Ella, capaz de hacer de una frase un espectáculo, capaz de ser lo que desee y de hacértelo ver sin esfuerzo. Él, magnífico, con un tono y una medida constantes para favorecer que los trompicones que le da a profesora de canto sean los protagonistas, y no él. La dirección de Josep Maria Mestres favorece que el espectáculo penetre en el alma, emocione, trastorne.

Sin embargo, llega un momento en el que la tragedia se palpa y la realidad empuja con fuerza. En ese instante, como espectador, debo admitir que me decepcionó el mareo del inicio. Aquel juego de mentiras y medias verdades me había desorientado, y me planteaba si era necesario. Me planteaba si en un encuentro como aquel, debiendo ir a parar a una pugna sentimental, una ruptura de la esencia con la que cada personaje llegaba a la escena y una sacudida emocional tan imponente, las cosas realmente debían haber empezado así. Tantos engaño… no hacen por la profundidad que exhiben finalmente los personajes. Pero esta profundidad se te lleva sin remedio. Y aplaudes a la clase mostrada con ganas.

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