Aunque todavía hay mucha gente apasionada por el teatro, seguramente, gran parte del fanatismo y la rivalidad se lo lleva, como espectáculo, hoy en día, el fútbol. Liceístas y cruzados es un retrato de la Barcelona del siglo XIX, cuando todavía no existía el Barça ni el Madrid y los vecinos de la ciudad se dividían entre los partidarios del Teatro de la Santa Cruz (el actual Teatro Principal) o el (entonces nuevo) Teatro del Liceo. Serafí Pitarra, padre del teatro catalán y, desgraciadamente, no tan reconocido como merecería, escribió una sátira inteligente y muy representativa de ese ambiente social y cultural, con cierto cinismo y claras influencias del teatro de Goldoni. La puesta en escena de Jordi Prat i Coll consigue sacar mucho provecho a un texto repleto de barbarismos propios del catalán coloquial del momento, construyendo un universo alocadamente divertido con muy buen gusto y mucho respeto. Quizás la propuesta es excesivamente historicista y no se deja llevar demasiado (quiere ser muy fiel al contexto y las influencias), jugando, básicamente, con registros propios de la comedia del arte. Sin embargo, los actores forman un conjunto muy acertado y, ciertamente, gracioso, donde las canciones en directo acaban de poner la guinda a este pastel dulce, irónico y entretenido.
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