Un legado imprescindible

L'herència

L’herència
04/03/2025 - Teatre Lliure – Montjuïc

“Ell té una història per explicar.”

Y aquí es donde radica todo, la necesidad imperativa de crear un relato propio de la vida, de aquellas personas que acompañan, de las que han precedido i de las que se van sumando. La comunidad a la que pertenece cada individuo es intrínseca, se es legado de una historia y el precedente de aquello que sucederá. Por eso, es tan importante no olvidar, mantener viva la memoria, respectarla y compartirla.

Matthew López crea una pieza preciosa que conmueve y emociona. Inspirada en cierta manera en la novela Howards End de E. M. Forster, López estrenó L’herència en 2018 en Londres y recibió muchos premios, reconociendo no solo el montaje escénico sino especialmente su texto. Partiendo de esta primera materia excelente, Josep Maria Mestres lleva al escenario esta producción con una elegancia y sensibilidad que llega a cada una de las personas del patio de butacas.

Como escenario una sala de ensayo donde unos jóvenes gais de Nueva York están intentando escribir una novela, una obra de teatro, un texto que refleje su realidad, su tiempo. En esta búsqueda por la propia historia, descubrirán que su hoy es el resultado de aquellas personas que los precedieron y que vivieron episodios muy oscuros -como la lucha de sus derechos o la pandemia del Sida en los años 80-. Es el pasado el que ha construido el presente y este determinará también el futuro. No tener en cuenta esta historia compartida, este legado, es negar a aquellas personas y su vida.

En un marco escénico sencillo i minimalista, con elementos claves y un diseño de producción, sonido y luces muy inteligente y audaz, se crea el espacio ideal por el relato que explica un reparto sublime, excepcional, entregado a la historia y a su significado. Quizás hay que llevan en su espalda el peso emocional de la narración, pero sin el magnífico trabajo coral esta obra no llegaría a las cuotas de grandeza que alcanza.

Albert Salazar se entrega absolutamente a su personaje, Eric Glass, su cuerpo y presencia están tan metidos en cada palabra y sentimiento que comparte con la audiencia que desaparece completamente mientras atrapa a cada espectadora/a y lo arrastra a su mundo más allá del teatro. Marc Soler se adentra en la trama navegando entre dos personajes bastante dispares, Leo y Adam que, siendo dos caras de la misma moneda, expone unos matices claros e interesantes para ir más allá de su presente. Carlos Cuevas y su extrovertido Toby atraen al público inmediatamente y, poco a poco, el intérprete va descubriendo sus grietas, aquellas cicatrices que intenta tapar para no dejar ver sus vulnerabilidades. A más desconcierto del personaje, más se enamora el/la espectador/a de este. Carles Martínez, con su doble papel de guía espiritual y de vida, además de literario, transforma las palabras que salen de su boca en perlas que van creando manifiestos que el público necesita subrayar y dejar marcados para recurrir a ellos en muchos momentos vitales. Su facilidad para dar forma a unos diálogos complejos y llenos de contenido como si fuera una conversación sencilla envuelve la obra y engrandece el texto.

Es casi imposible ser justa en un pequeño texto con todo aquello que significa L’herència para el público que tiene el privilegio de verla y -presumo de decir- para las personas implicadas en su producción.

Haber pasado más de seis horas en el teatro como si no hubieran sido más que un par de ratos, demuestra que la conexión con el texto y su puesta en escena ese completa. Una experiencia que se quiere volver a vivir, esperando descubrir aún más detalles que la hagan más especial y inolvidable.

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