Después de haber sido galardonado con diferentes premios como director (Premio Max incluido), Julio Manrique se ha embarcado, con L’habitació del costat, en un reto quizás no tan ambicioso como otros anteriores pero sí lo bastante delicado y complejo como para resultar interesante. Ambientado en la época victoriana, a pesar de tratarse de un texto contemporáneo de la norteamericana Sarah Rhul, el espectáculo explica varias historias donde la represión de las emociones y el deseo sexual forman parte del principal del conflicto y el retrato psicológico de los protagonistas. La propuesta mezcla temas de forma muy curiosa, como la invención del vibrador para hablar de feminismo o los inicios de la electricidad para construir figuras poéticas. Igual que trata el clasismo, el racismo y la homosexualidad como si el azar hubiese querido que estas problemáticas acabaran en la pieza. Pero también mezcla géneros: comedia de enredos, drama histórico, romanticismo… Manrique, ayudado por un magnífico grupo de actores y actrices, ha sabido equilibrar los ingredientes de este peculiar cóctel para que el conjunto fluya con naturalidad. Sin embargo, la densidad emocional del montaje disfrazado de una aparente ligereza hace que, a ratos, se haga largo y se eche de menos que los acontecimientos sucedan con más agilidad. Afortunadamente, la obra está repleta de giros y pequeños detalles que estimulan la mirada del espectador que nunca acaba de perder del todo el interés, adentrado en este universo tan especial donde, por cierto, el diseño de escenografía de Jaume Ventura juega un papel decisivo.
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