Els Pirates Teatre es una de esas compañías que ha ido creciendo ante nuestros ojos y que se ha mantenido siempre fiel a su estilo. La comedia y el musical -tal como ellos lo entienden- han sido dos de las bases sobre las que han levantado sus espectáculos, casi siempre de pequeño formato y con una imaginativa puesta en escena. En esta nueva aventura -la tercera comedia de Shakespeare que afrontan en 18 años de carrera- han vuelto a las temáticas de siempre… pero en esta ocasión han optado por el gran formato. Y quizás es aquí donde han empezado a encallarse algunas cosas. Creo que el montaje es competente y la compañía muestra la eficacia de siempre, pero un gran escenario quizás no era el espacio más adecuado por su tipo de musical íntimo y pequeño. Con solo dos músicos y la colaboración ocasional de algún actor, la parte musical queda irremediablemente coja. Y si a esto sumamos una escenografía demasiado convencional y un vestuario un poco triste y apagado, acabaremos para constatar que el objetivo se ha quedado a medio camino.
Lo que no falla es el reparto, con una Laura Aubert espléndida y un Ricard Farré que le da las réplicas más precisas. Tampoco hay que olvidar, sin embargo, la comicidad de Arnau Puig i Jordi Vidal, dos secundarios de aquellos que nunca fallan y que aquí disfrutan de lo lindo con toda la cantidad de personajes que interpretan. En definitiva, un montaje que apuntaba muy alto pero que ha quedado en un más que correcto y valioso término medio.