Esta obra de teatro está basada en el relato de Charlotte Perkins Gillman, una autora norteamericana que destacó por ser muy activa en la defensa de los derechos civiles de las mujeres. L’empaperat groc fue considerada un ejemplo muy eficaz de literatura gótica… pero con el tiempo también se ha destacado por ser una reivindicación feminista en un siglo en que el sufragismo estaba empujando con fuerza. De hecho, la historia nos explica como la sociedad de la época trataba a las mujeres que presentaban «comportamientos extraños»… cuando en realidad -como es el caso de la protagonista- estaban sufriendo una depresión posparto.
La versión teatral, que utiliza una fina ironía para acercar más la historia al espectador, ha mezclado muy bien el estilo de la novela gótica con el discurso feminista, mucho más claro a medida que avanza la trama. Las reflexiones del personaje central, así como sus supuestas alucinaciones, sirven para dar visibilidad al tema central. Y es que la atormentada mujer que vive bajo el papel de la pared no es más que el símbolo de la mujer que la sociedad americana de la época no dejaba opinar, ni prácticamente respirar. Llegados a este punto hay que destacar la grandísima interpretación de una Roser Batalla que nos hipnotiza con sus miedos, sus sentencias y su lucidez clarividente. Una pequeña joya que cualquier amante de los monólogos con sustancia no tendría que dejar escapar.