Empezar un espectáculo con un escenario vacío podría considerarse un atrevimiento demasiado osado para el TNC, pero lo cierto es que, de la propuesta de Lluís Homar, es, de largo, el más acertado. El actor y director demuestra, de este modo, que ha entendido a la perfección el espíritu de la obra de Eduardo De Filippo, aprovechando la coyuntura para dotar de la máxima metateatralidad a un texto que es todo un homenaje al teatro y a los actores. L’art de la comèdia plantea un juego magistral entre la verdad y la verosimilitud, mezclada con elementos de sátira costumbrista, vodevil y crítica política. Este cóctel donde Chéjov, Goldoni, Pirandello y la Comedia del Arte se dan la mano cuenta, en este caso, con un reparto eficaz y una dirección lúcida donde se nos muestran deliberadamente las entrañas del mismo montaje. Desgraciadamente, la duración (más de dos horas) pesa un poco para el género, por lo que se hubiera agradecido un entreacto. De igual forma, el tono general resulta, por instantes, demasiado solemne. De alguna manera, se ha evitado la exageración, la comicidad más explícita y el histrionismo en favor de una (falsa) naturalidad que, en según qué escenas, no le hace ningún favor. Por suerte, aún así, el conjunto funciona muy bien y consigue transmitir el mensaje de forma clara y valiosa. Lástima que no se ha querido romper la uniformidad interpretativa porque alguna explosión de locura habría aligerado ciertos pasajes que se hacen innecesariamente pesados.
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