La Zaranda es un grupo andaluz de gran prestigio internacional y un lenguaje teatral inconfundible. De todos modos, en los 37 años de carrera que el grupo lleva a sus espaldas, esta es sólo la cuarta vez que aterriza en Barcelona para ofrecernos uno de sus expresivos y sensibles espectáculos. Y lo hace con este homenaje a la vejez, en el que la enfermedad, la decadencia y la muerte son protagonistas. Aún así, la obra destila humor y un extraño optimismo que hacen más digerible todo el conjunto. También ayuda el lirismo -marca de la casa- que encontramos en muchas escenas, principalmente en el emotivo final a ritmo del Coro de los Peregrinos de Tanhäuser.
Es cierto que El grito en el cielo acaba haciéndose larga y un poco pesada en algunos pasajes. Y también es cierto que sus falsos finales despistan e inquietan a un espectador que no haya entrado del todo en la pieza. Pero, sea como fuere, uno se da cuenta de que estamos ante un teatro honesto y muy trabajado; un teatro de ideas en el que los actores son la parte más importante. En este sentido, hay que valorar el trabajo gestual y de observación de todos ellos, que los convierte en unos viejos creíbles, tiernos e inolvidables.