El cuento del horror adolescente

La tristeza de los ogros

La tristeza de los ogros
10/02/2018

La adolescencia es, probablemente, el periodo vital que, junto con la infancia (muchas veces, idealizada), ha inspirado el mayor número de historias a creadores de todo tipo. Es evidente, si nos paramos a pensar, que el paso de la niñez a la edad adulta resulta tan revelador cómo, desgraciadamente, traumático y doloroso, en la gran mayoría de casos. De este sufrimiento habla, precisamente, La tristeza de los ogros, escenificando en forma de cuento cruel varios ejemplos reales como el de un joven alemán que mató a sus compañeros de instituto, una adolescente que estuvo secuestrada 10 años en un sótano o algún suceso español como el de las niñas de Alcasser. La grandeza de poner la mirada sobre estos hechos terribles es comprobar cómo, detrás de la tragedia, se esconden sentimientos, miedos y conflictos emocionales que, en realidad, son compartidos por la gran mayoría de jóvenes. El director Fabrice Murgia, de este modo, hace una aterradora reflexión sobre la cara más podrida de la sociedad contemporánea, en contraposición a la pureza esencial de una juventud que, en muchas ocasiones, se siente triste, perdida y alienada ante un mundo adulto que les maltrata, les desprecia o les ignora. Son muy interesantes los recursos visuales que se usan, algunos de los juegos escénicos y, en general, la utilización de elementos cercanos a los referentes cinematográficos, televisivos y culturales de los protagonistas. Quizás su problema es caer en algunas reiteraciones innecesarias o en estridencias y efectismos poco sutiles, tratándose de un material tan delicado. El espíritu de denuncia, en parte, justifica estas decisiones en el contexto de un conjunto que, en definitiva, consigue resultar perturbador, inquietante y abre un debate necesario e incómodo de la manera artísticamente más radical y decidida.

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