En un lugar de la Cataluña de 1980, tres miembros de una familia un poco distanciada se reencuentran con motivo del que, en principio, parece una simple celebración de aniversario. Este sencillo planteamiento, da pie a Daniela Feixas (autora del texto que también participa como actriz) a desarrollar una oscura trama relacionada con la herencia del mal genealógico que los protagonistas irán desvelando a medida que avanza la historia. La tortuga de Califòrnia es un drama narrativamente efectista que, sin embargo, se aguanta con una estructura funcional y varios elementos de thriller. Su habilidad para sacar partido de su leitmotiv es admirable a pesar de que, finalmente, sirve más para explicar los personajes que no para hacer reflexionar al público. Así, la alegoría entre el conflicto humano y el de las tortugas resulta, por momentos, forzada y, incluso, demasiado evidente. Afortunadamente, ayuda a hacer avanzar el argumento que, en su tramo final, se vuelve realmente interesante. Es, en definitiva, un ejercicio sobre una idea muy concreta (una hipotética herencia genética de la maldad) que sabe resolverse con eficacia pero que, por el camino, guarda pocas sorpresas y unos cuántos trucos bastante trillados.
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