Primero fue un hecho real, tras una buena novela –Premi Sant Jordi 1979-, más tarde una película mediocre de Jordi Cadena y ahora una obra de teatro correcto, bien adaptada y dirigida con elegancia. La verdad es que transformar un libro de casi 200 páginas en una hora justa de función, y con dos únicos actores para defenderla, es una tarea realmente importante. Aún así, se capta bien la esencia de esta historia de opresiones, de sometimientos, de pequeños dictadores cotidianos… una historia, en definitiva, que engancha por su trasfondo enturbiado. Quizás se hubieran podido ahorrar algunos párrafos excesivamente literarios, y también hubiera sido mejor prescindir de escenas que teatralmente nos dicen muy poco. Los actores, sin embargo, cumplen muy bien y aportan agilidad a la pieza siempre que pueden.
En este sentido, cabe decir que en esto también tiene parte de responsabilidad la dirección de Joan M. Albinyana, que aporta un espacio escénico realmente funcional y que consigue tratar con mucho cuidado -a veces demasiado- la temática sexual de la pieza. En definitiva, una hora de teatro bien llevado, al que quizás le falta un poco más de osadía y valor.