Aparece Rafaela Aparicio en la televisión anunciando las comodidades de un colchón, o Josele Román y Gracita Morales vestidas de criadas. Mujeres y actrices, destinadas a hacer de secundarias y a defender personajes que vivían para servir, limpiar o cocinar. Y con todo esto que aparece la actriz de este monólogo, bajando por una escalera que la lleva al sótano, donde un montón de enseres de limpieza la esperan para seguir haciendo su trabajo. Ella, sin embargo, ensaya un personaje imposible y repite una y mil veces las cuatro frases que tiene que defender ante los protagonistas. Unos protagonistas que siguen arriba, festejando ve a saber qué y olvidándola por completo hasta que la vuelvan a necesitar… La vida como teatro cruel, y el teatro como ensayo de tu propia vida…
Berta Giraut y Ester Villamor han creado un espectáculo bellísimo sobre las mujeres que quedan en un segundo término, pero especialmente sobre las actrices a punto de tirar la toalla. Lo hacen con un lenguaje poético, a veces un poco críptico, pero también con anécdotas jugosas y ejemplos de castings frustrados, personajes que no fueron, comentarios desafortunados y muchos pequeños detalles que la gente de la profesión entiende a la primera. Y lo visten con un montaje escénico igualmente cargado de misterio y poesía, donde las lavadoras hablan, los televisores emiten declaraciones personales e íntimas, y los maniquíes sirven de consuelo.
El trabajo de Giraut como actriz merece un punto y aparte. Desde el primer momento descubrimos una actriz capaz de hacernos viajar con cualquier personaje, pero poco a poco vemos que es capaz de conmovernos y de hacernos sonreír a la vez. Un trabajo espléndido que no os tendríais que dejar perder.