Eva (Maria Hernández Giralt) va a un monasterio a llevar un ramo de flores a una virgen como resultado de una promesa que hizo a su abuela antes de morir. Ha tardado mucho tiempo en cumplirla, pero empujada por la necesidad de emocionarse por alguna cosa, de sentirse interpelada por algún estímulo, finalmente visita el lugar. No puede ver a la virgen. En vez de eso, sufre un episodio incómodo, violento, duro e incomprensible. Cuando vuelve a casa y lo comparte con su pareja, ve que, como en aquel monasterio, sigue estando sola.
Este podría ser un resumen de este texto de Marta Aran que pretende poner el foco en la violencia invisibilizada, aquella que se calla y no se denuncia bajo la máxima “si no se dice, no ha pasado”.
El público acompaña a la protagonista en su periplo de descubrimiento y aceptación, viajando desde la sonrisa provocada por un chiste del texto, a la rabia del comportamiento de ciertos personajes, pasando por la incomodidad de ciertas actitudes que hacen revolver al/la espectador/a en su butaca.
Una puesta en escena sencilla y muy eficaz, donde la sonoridad y la iluminación son claves en algunos de los segmentos de la obra (la presentación de las vírgenes del monasterio es ya antológica), resulta el marco ideal para el desarrollo de unos personajes complejos y muy bien definidos. Especialmente interesante es el personaje de Eugenia, interpretado por Mar Pawlowsky, que muestra sus contradicciones, sus claroscuros en cada intervención. Pawlowsky ha sido el gran descubrimiento de esta producción, provocando una fuerza atraiente cada vez que sale al escenario. Òscar Intente y Eric Balbàs, que interpretan a los personajes masculinos de la obra, aquellos que ejercen la violencia –de diferente manera y en diversos grados-, aunque están muy enmarcados y definidos, quedan diluidos por las potentes actuaciones de sus compañeras de escenario. Un hecho que, buscado o no, funciona perfectamente para darle a la trama toda la fuerza necesaria para impactar en el/la espectador/a.
Aran consigue con esta obra poner el punto de vista en estas situaciones de una manera particular y diferente a la habitual, con una gran apuesta por el movimiento, la reflexión y la provocación hacia el público.