Dramatismo disperso

La resposta

La resposta
15/07/2018

Hay elogios que, más que servir para vender mejor un espectáculo, acaban suponiendo una carga que, por su peso excesivo, puede terminar por hundir una propuesta dentro de nuestro imaginario como espectadores. Podríamos hablar, por ejemplo, de las expectativas que genera la denominación de “Chéjov irlandés” con la que se conoce a Brian Friel. No es que sea del todo desacertada pero el caso es que le condena a una comparativa de la cual pocos autores pueden salir bien parados, especialmente, cuando nos encontramos ante uno de los textos donde se muestra no tan inspirado como otras veces. Éste es uno de los problemas de La resposta, un montaje dramático, con un reparto de lujo que, desgraciadamente, tiene poco espacio para el lucimiento interpretativo. A diferencia de El preu, aquí la dirección de Sílvia Munt no tiene la suficiente precisión e intensidad, en busca de un tono que no acaba de encontrar nunca. La obra plantea un universo asfixiante de frustración, tristeza, relaciones humanas y crisis existenciales que se estanca en la simple exposición de los diferentes conflictos internos de un amplio abanico de personajes. Por un lado, más allá de dar vueltas sobre sus malestares, nada acaba de estallar ni para adentro ni hacia fuera; por otra parte, no se crea ninguna línea argumental que los una a todos ellos y encamine el argumento general en una dirección menos dispersa. El espectáculo, en definitiva, resulta demasiado sencillo para funcionar como conjunto, por anticlimático, monótono y algo anodino, a pesar de que tiene algún momento emotivo como la escena proyectada en vídeo.

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