Vibrante claustrofobia

La peixera

La peixera
01/05/2016

Estrenada profesionalmente ahora por primera vez, a pesar de haber sido escrita en 1999 con el título L’efecte 2000, la rebautizada (y adaptada al presente) como La peixera es un drama vibrante y claustrofóbico de una actualidad sorprendente. La obra del dramaturgo Toni Cabré trata el conflicto de cuatro informáticos cuyo trabajo se ve amenazado por la incorporación de un nuevo equipo en la oficina donde trabajan y que parece que han llegado para sustituirlos. Con una ambientación muy similar a la de Glengarry Glen Ross de David Mamet (masculina y opresiva), el montaje contiene una violencia física y verbal algo efectista pero bastante impactante. El perfil psicológico de los personajes es rico y variado, y da mucho juego a la hora de construir un entramado de sospechas, envidias, traición y venganzas entre compañeros. El argumento resulta entretenido y, con sus toques de thriller, atrapa desde el primer momento y mantiene el interés con sus giros inesperados. No obstante, la dirección de Òscar Molina (también actor en el espectáculo) utiliza algunos subrayados innecesarios que desembocan en un simbolismo musical en su epílogo un poco cursi. Aparte de estas consideraciones, hay que decir también que algunos de los actores caen en interpretaciones un poco impostadas, haciendo perder verosimilitud al texto y las situaciones. Pero, en cualquier caso, la vigencia de la trama (de hecho, su virulencia casi tiene más sentido ahora que entonces) es bastante hipnótica, los diálogos tienen un ritmo admirable y su ácida crítica a un sistema empresarial deshumanizado deja un poso angustioso que hará reflexionar a muchos espectadores.

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