La cotidianidad a escena

La nostra ciutat

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La nostra ciutat → Teatre Zorrilla
22/10/2023 - Teatre Lliure – Montjuïc

La vida y la muerte, la cotidianidad, en Grover’s Corners, una pequeña localidad norteamericana del estado de Nuevo Hampshire, fundamentalmente de ideología republicana, a principios del siglo XX, es el eje narrativo de Nuestra ciudad, un texto de Thornton Wilder galardonado con el Premio Pulitzer de Teatro en 1938. Se trata de posiblemente la pieza más representada en Estados Unidos, donde se dice que no hay día que una compañía, ya sea profesional o amateur, no la lleve a escena. Es un texto recorriendo en escuelas de teatro de todo el mundo, básicamente por la sencillez y el ritmo de los diálogos y su carácter dinámico y coral.

Estructurado en tres actos diferenciados por saltos en el tiempo (1901, 1904 y 1913), el montaje se convierte en un canto a los pequeños y grandes acontecimientos vitales y una reflexión sobre la propia naturaleza de vivir. Exuda en los diálogos la naturaleza conservadora de la pieza, en torno a temas propios de una sociedad con una clase media religiosa y costumbrista, como el matrimonio o el papel de la familia y el rol de sus miembros. Gibbs y Webb son los protagonistas de un microcosmos particular, dos familias vecinas que acaban emparentadas por efecto del amor. Y es el amor el auténtico guía del viaje por la vida, desde su nacimiento hasta la misma dramática muerte.

La dirección corre a cargo de Ferran Utzet, que consigue con talento extraer del texto, que invita a la lentitud en los dos primeros actos, una coreografía de movimientos y un ritmo placentero, bien llevado. El tercer acto, en cambio, contiene toda la emotividad que carecía en los primeros, y se diferencia en exceso del resto. La imponente escenografía, a manos de Josep Iglesias, carente de elementos (porque, como dice la narradora, no hacen falta) como un Dogville versión light, desaparece, y el cementerio ocupa el espacio. Si bien la escena intensifica la conexión con la audiencia, la lentitud, las excesivas reflexiones, y la intervención de tantos personajes exageran ligeramente lo que quiere transmitir, provocando un salto que rompe el ritmo y sitúa al espectador en una dimensión objetiva y emocional que poco tiene que ver con lo que se había ido trabajando. Si bien éste es un apunte que caracteriza el texto, la dirección de actores probablemente fomenta la exageración en los sentimientos, en la modulación de la voz, en el tono, consiguiendo un marcado ritmo dramático americano. Si bien se adecua al texto, resulta poco creíble en nuestro país, forzado, sobreactuado, tal vez. Carles Martínez o Rosa Boladeras se sienten como pez en el agua en un contexto como éste, más que otros actores y actrices, por la modulación de sus textos, y destacan por su talento, haciendo una contribución fantástica al ambiente de el lugar y de la época. El estilo de la Mercè Pons, por poner un ejemplo, no es exactamente éste, pero su oficio facilita su adaptación.

Rosa Renom sobresale como narradora universal, con una mirada externa que introduce personajes y momentos, y sitúa al espectador en un universo que, a pesar de que nos suena de otra época, está perfectamente vigente en algunos territorios norteamericanos. Se mueve con destreza sobre el escenario y logra ser transparente junto a los protagonistas. Un trabajo de mérito.

En tan austera escenografía, con los actores y actrices representando con mímica cada acción, sorprenden unos efectos de sonido utilizados en momentos concretos: sonido de platos y utensilios de cocina, cucharadas, etc. A medida que la obra avanza parece como si su uso fuera aleatorio, inconsistente. No engancha, no ayuda y crea una sensación artificiosa, gratuita y forzada. No hace falta, y más bien distrae.

Globalmente, un teatro que te transporta y te emociona, un texto solvente bien trabajado y resuelto.

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