No hay ninguna familia perfecta, esta es la realidad. El tema está en cual es la peculiaridad de la tuya. En la de los Hardwicke, por ejemplo, todos los hijos tienen nombres de personajes de las obras de Txékhov porqué los padres eran unos amantes de su obra. Pero si solo quedara ahí la historia, todo sería más sencillo. Dos hermanas y un hermano, Sonia y Vania viven juntos en la casa que paga Masha que triunfa alrededor del mundo trabajando de actriz. La acción de esta producción empieza cuando Masha (Marta Pérez) vuelve a casa con su pareja para anunciar que habrá cambios en la vida de sus hermanos. Y cuando llega, empieza el estruendo que pondrá un nuevo orden en la familia.
El todo de esta obra, o su principal atracción, es su texto ingenioso y divertido, que hace reír a mandíbula abierta a todo el público cas durante toda la narración. Cada diálogo del texto de Christopher Durant (traducido por Cristina Genebat) tiene el equilibrio exacto entre el drama y la comedia. Cuando los personajes, sobre todo Sonia (Carmen Pla), se empiezan a poner intensos y con disertaciones de la vida, como si de una obra de Txékhov se tratara, llega alguna frase ingeniosa que rompe el momento y provoca risas en la platea. Este balance entre los diferentes géneros es aquello que atrapa a la espectadora.
Los personajes de la obra son exquisitos en su excentricidad, pero hay uno que destaca especialmente y es Cassandra (Lide Urganda), la mujer de la limpieza de Sonia i Vania. Cuando ella sale a escena y abre la boca, encara que sea poco, roba el protagonismo del resto. Y no hay remedio, se convierte en el centro de atención y adoración.
El montaje es dinámico, divertido, muy ameno y te deja con ganas de ver otros capítulos de la familia. El juego que da la escenografía se aprovecha al máximo, construyendo un marco perfecto para cada escena.
Tota la producción proyecta ilusión y ganas de pasarlo bien, y el público se lleva esa sensación fantástica a su casa.