Curioso fenómeno teatral

La Llamada

La Llamada
24/06/2021

Tendríamos que remontarnos al 2013 para situarnos en el nacimiento de un musical de pequeño formato que poco después creció en producción, que más tarde fue incluso una película, y que actualmente es un fenómeno que se vive como si fuera un gran concierto con famosos rostros televisivos. La llamada es algo menos que un musical y mucho más que una obra de teatro; siempre ha tenido vocación de espectáculo y en esto tienen mucho que ver sus creadores –Javier Calvo y Javier Ambrosi-, dos jóvenes polifacéticos que tienen muy claro su estilo y sus propósitos artísticos. Sus propuestas (en teatro, cine o televisión) pueden gustar más o menos, pero nadie les negará nunca su toque diferencial y personal.

Casi todo el mundo conoce ya -por un formato o por otro- lo que nos explica La llamada. Empieza con una idea más o menos original, casi como si se tratara de una comedia juvenil con monjas por el medio, para acabar con un mensaje reivindicativo e integrador un poco naif. Es curioso como personajes, ideas y unos parámetros teatrales tan clásicos han acabado convirtiéndose en símbolo de modernidad para toda una generación. Creo que el humor madrileño pasado por el estilo almodovariano, la hábil utilización de la música y el peculiar elenco de actores que ha habitado el campamento de verano La Brújula durando todos estos años son parte muy importante del fenómeno y de la magia creada.

El reparto actual tiene poco a ver con el del 2013, en el que incluso participó la actriz catalana Andrea Ros en el papel de Susana Romero. Solo persiste Richard Collins-Moore en el papel de Dios, que comparte con los televisivos Raoul Vázquez y Paco Arrojo. Por otro lado, yo pude ver como protagonistas a Nerea Rodríguez (muy buena en la parte cantada y más limitada como actriz) y a la todoterreno Angy Fernández. Lo más curioso fue el caso de las monjas, donde una experimentada y divertida Marta Valverde compartía chistes y divertidas situaciones con una Erika Bleda que se ha mimetizado con el estilo de Belén Cuesta hasta puntos realmente sorprendentes.

En definitiva, un espectáculo que hay que ver tarde o temprano. Permite desconectar, reír a gusto y salir del teatro eufórico… Y es que es un auténtico placer volver a escuchar música en directo y ver a actores tan entregados y entusiastas.

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