El equilibrio entre el respeto por el material original y la valentía a la hora de reinventar un clásico siempre es el punto más difícil pero también el más clave para obtener un resultado efectivo. Es, francamente, complicado conseguir ser fiel y transgresor a la vez sin caer en homenajes ridículos o en efectismos superficiales. El director Pau Miró, que ya nos había mostrado su interés por la deconstrucción con la excelente versión de Terra Baixa con Lluís Homar, ha vuelto a acertar con esta fresca adaptación de Hedda Gabler. Con una inteligente dramaturgia de Aleix Aguilà, el espectáculo sabe mantener viva la esencia de la obra de Ibsen y, al mismo tiempo, trasladar el personaje a un conflicto, unas frustraciones y una crisis existencial que tienen una mirada completamente contemporánea. Además, el trío protagonista, cosa nada sorprendente, nos regalan unas magníficas interpretaciones acompañadas de una química espléndida. Divertida, interesante y entusiasta, a pesar de que se permite algunas decisiones un poco caprichosas, también consigue grandes momentos como el de la nevada. En general, sus ideas como el uso del piano y la tecnología nos acercan el discurso añadiendo nuevas capas y reflexiones sobre el feminismo o la individualidad. En resumen, a pesar de tratarse de una propuesta sencilla, está llena de hallazgos fantásticos, sentido del humor, momentos intensos y mucha espontaneidad.
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