Justificación engañosa

La dona pantera

La dona pantera
17/02/2019

Todos conocemos la historia de Don Juan, el hombre que desafiaba los “valores” de la sociedad yendo de flor en flor, sin ninguna pretensión de casarse y sentar la cabeza. Decía que estaba enamorado del amor, pero que no lo estaba lo suficiente de ninguna mujer como para casarse y ser fiel. Este personaje siempre se ha mostrado como un hombre rompedor de las normas sociales de su época, valiente y desafiante. Pero, ¿y si hubiera sido una mujer? ¿Se le habría cualificado de la misma manera? Si trasladamos la historia, el personaje y la dualidad hombre/mujer a día de hoy, ¿se continuaría pensando que él es un transgresor y ella una libertina? ¿Ha cambiado tanto la visión que se tiene de la sociedad de una misma actitud según el género de quién la procesa?

Bajo esta premisa nace La dona pantera. La compañía Projecte Ingenu coge el texto original de Josep Palau i Fabre, que definía a Don Juan como “destructor de unas determinadas estructuras sociales encorsetadas” para trasladar esta definición a un personaje que actualmente sería definido con estas cualidades: la mujer. Así, se nos muestra en la primera parte de la obra al personaje de Don Juan, que se pregunta si es normal su comportamiento y acude a una consulta psicológica para averiguarlo; y en la segunda parte, descubrimos a Juana, que es juzgada por comportarse con una libertad “no bien entendida”.

El montaje se caracteriza por su introducción de elementos audiovisuales, dos pantallas a banda y banda del escenario nos muestras detalles que van gravando con cámaras de vídeo los mismos actores que están en escena. La obra, que empieza antes de entrar en el escenario, intenta ser una muestra de la actualidad, donde aún hay pensamientos retrógradas y censuradores. Con todo eso, y aunque la idea y su proyección es muy interesante, se pierde su valor y fuerza mientras se ejecutan los 90 minutos de producción.

En cuanto a la forma, aunque la introducción de las cámaras y las pantallas dan un punto innovador y capta la atención del espectador para averiguar la importancia de aquello que se muestra a través de ellas, la realidad es que, con tantos movimientos y diferentes focos de atención, el espectador sala de la sala teniendo la sensación que se ha perdido momentos o elementos importantes que le habrían hecho ver matices de la obra que no han podido descubrir. En la era de la multipantalla, las performances audiovisuales están al orden del día, pero se tiene que marcar bien el objetivo de la interacción con el público para que no quede descolocado. El resto de elementos y la puesta en escena, mínima, ayudan a interiorizar el texto y la situación, pero quedan deslucidos por el baile de miradas entre pantalla y pantalla.

En cuanto al contenido, la parte de Don Juan, aunque interesante como desarrolla, se alarga demasiado. Queda la sensación que hemos estado más rato descubriendo a su personaje, conocido por todos y que no necesitaba tanta dedicación de minutos, en detrimento del personaje femenino, motivo principal de toda la producción. El paralelismo ente Juan y Juana es muy interesante, aunque al final del texto el objetivo principal de la sinopsis de la obra queda desvirtuada, no sé si queriendo o sin ser conscientes. El grito a la libertad personal queda apagado con una justificación final (que no desvelaré) que acaba dando la razón a la sociedad estancada en una mirada acusadora y prohibitiva. Y eso, a mí, personalmente, me decepciona y me molesta.

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