Una reunión de vecinos de la escalera. Raquel, que nunca participa de estas reuniones por qué no tiene tiempo -ni ganas-, aprovecha el turno de ruegos y preguntas para intervenir y poner en conocimiento del resto su situación. Nerviosa al principio y con dificultades para poner orden a sus ideas, empieza su exposición débilmente, pero a medida que avanza su narración se consolidan sus palabras y pone firmeza en aquello que quiere explicar: su hijo es el responsable de romper los buzones nuevos. Pero esto, solo es el inicio de todo.
Actuando como vecinos de esta escalera, el público asume el monólogo de Raquel, interpretada por Àurea Márquez, con una incertidumbre que poco a poco se va convirtiendo en incomodidad. Porque ella primero explica qué ha hecho su hijo, pro acaba exponiendo una situación que muestra las vergüenzas de más de un vecino.
Márquez es quien hace funcionar este texto de principio a fin. Con su posado nervioso e indeciso al inicio, se nos intuye una mujer que esconde una realidad difícil. A medida que nos narra el porqué de su comparecencia, va exponiendo su vida y todo aquello con lo que ha tenido que convivir a lo largo de los años y que la han convertido en la persona que es hoy en día, en la madre luchadora que una vez más intenta buscar lo mejor para su hijo. Aunque esta realidad no golpea a cada palabra de Márquez, se tracta de una exposición sutil y bien tramada, con algún tropiezo, que nos hace viajar a través de sus sentimientos y emociones, sus preocupaciones y sus desazones.
Un texto al que quizás cuesta entrar al principio, pero que va engullendo al público, no solo con las palabras sino también con la ayuda de un material audiovisual que hace más accesible el imaginario que se nos presenta. La explosión emocional que padece la protagonista con el avance de su narrativa es proporcional a la incomodidad que provocan sus palabras acusadoras hacia los vecinos (público).
Se trata de un ejercicio valiente y difícil que quiere mostrar el estigma que padecen las personas con enfermedades mentales por culpa del desconocimiento y la falta de empatía. Víctor Borràs Gasch en este texto no hace pedagogía de estas enfermedades, sino que pone el foco en cómo la sociedad rehúye y marca a las personas que las padecen, sin voluntad para comprenderlas o ayudarlas a tener una vida mejor. Y aquí también entra el sistema sanitario y su precariedad a la hora de tratar estas personas. Y es que, como dice la Raquel claramente en un momento de su monólogo: solo se miran bien las heridas visibles.