Para entender el teatro catalán actual no tendríamos que perder nunca de vista todo el tejido asociativo y amateur que empezó a formarse a principios del Siglo XX. La multitud de compañías y entidades teatrales –muchas veces vinculadas a parroquias, ateneos o asociaciones corales o de ámbito musical- es el colchón sobre el que ha descansado todo lo que ha venido después, tanto a nivel de actores, directores, autores… como también de público. Y durante muchas décadas, especialmente las del franquismo, se gestó un teatro muy particular en el que la censura y la religión imperante lo encorsetaban todo. Aquí proliferan las obras “de tresillo”, las comedias de enredos y todo un teatro aburguesado y acomodaticio que hacía las delicias del público. Un teatro aparentemente inocente que en realidad constituía unos de los pocos reductos donde escuchar cultura en catalán.
La Cubana sabe muy bien que estos fueron sus orígenes en Sitges, y es por eso que ahora ha querido hacer un homenaje sentido y realmente emotivo. Un homenaje que nos enseña tanto las luces como las sombras pero que está hecho con la sensibilidad que siempre acompaña los montajes ideados por Jordi Milán. Pero no contentos con esto también extienden el homenaje al teatro que se hacía en el Paralelo a finales de los cincuenta, a todos los grandes nombres del mundo del espectáculo en aquel momento y también al Teatre Romea, sede del teatro catalán más arquetípico… Un auténtico festival de nostalgia que aunque esté disfrazado de musical no esconde su verdadero objetivo: mostrar el amor por el teatro y todo lo que ha representado para muchas generaciones.
Cómo en todos los espectáculos de la compañía, más es más… y también mejor. No se escatima en recursos escenográficos (los decorados de papel de los Hermanos Salvador son un auténtico hallazgo), ni en vestuario, ni en recursos técnicos, ni en personal (15 intérpretes en escena, más seis músicos). La parte musical la componen tres o cuatro piezas originales de Xavier Mestres y Joan Vives (la Cançó del Tresillo es uno de los platos fuertes de la pieza), más una retahíla de temas originales de las revistas, comedias musicales y espectáculos del Paralelo. Incluso se recuperan temas de la zarzuela catalana Cançó d’amor i de guerra, una de las más censuradas en su momento y una de las pocas que fueron escritas y cantadas en catalán. O sea, una delicia para los más nostálgicos pero también para todos aquellos que quieran bucear en un pasado glorioso, y a épocas vilipendiado sin motivo.
En cuanto a la obra original de Rafael Anglada, L’amor venia amb taxi, podríamos decir que es la excusa y también el punto de partida de todo. La historia del Elenc Artístic Teatral del Centre Parroquial de Nostra Senyora de la Llum es la historia de centenares, o miles, de grupos catalanes que a finales de los cincuenta deberían de pasar por el mismo. La Cubana hace como siempre un retrato divertidísimo de los personajes, de las situaciones y del contexto que lo rodeaba todo (las apariciones del militar denotan un drama que no acaba nunca de estallar pero que está siempre latente). Un mosaico muy acertado, a la altura de las mejores creaciones del grupo.