Con un reparto entregado y una historia repleta de humor negro, el nuevo espectáculo dirigido por Iván Morales, que ya nos había sorprendido con propuestas tan interesantes como Wasted o Cleòpatra, vuelve a adentrarnos en un universo tan lúdico como enfermizo. En este caso, se trata de una obra escrita por el exitoso dramaturgo angloirlandés Martin McDonagh que combina una serie de elementos macabros y un trasfondo dramático con chistes truculentos y un simpático patetismo. Morales decide aprovechar el gran talento de sus intérpretes en favor del entretenimiento, consiguiendo todo un recital de magníficas payasadas de la pareja Oriol Pla y Pol López. El lucimiento de los dos actores, en este sentido, es notable, gracias, en gran parte, a su compenetración humorística. Desgraciadamente, cuanto más sale el clown que tan bien encarnan, más se diluye el contexto en el cual está construido el tejido narrativo que, en teoría, tendría que conseguir transmitir también la profunda tristeza del protagonista. Entre risas, se pierde el punto agridulce y la melancolía, sobre todo, llegados a un cierto punto en el que las piruetas cómicas están, casi, fuera de control. En definitiva, su histrionismo ofrece la diversión que se propone, acompañado de una tétrica ambientación también muy atractiva, a pesar de que se deje por el camino matices, drama y todo el refinamiento propio del humor inglés.
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