El público catalán conoció a Martin McDonagh en 1998, cuando Mario Gas dirigió La reina de la bellesa de Leenane con aquel magnífico dúo que formaron Vicky Peña y Montserrat Carulla. Cinco años más tarde llegó El tinent d’Inishmore al TNC, y el éxito popular del dramaturgo irlandés quedó del todo confirmado. Lo que quedaba claro con estas obras, sobre todo con la segunda, es que el exceso e incluso un punto de grand guignol impregnaban la esencia del repertorio de McDonagh. Pero también quedaba claro que el tono del autor, a medio camino entre el humor negro y la violencia explícita, no siempre era fácil de trasladar a un escenario… De hecho, él mismo decidió probar suerte en el cine a partir del 2005, y bien es verdad que los resultados en este campo le han sido siempre bastante satisfactorios.
La calavera de Connemara, una obra escrita en 1997, vuelve a demostrar que encontrar el tono justo resulta muy complicado. No negaremos que Pol López y Oriol Pla son dos grandes actores, y que en esta pieza nos descubren una vena cómica desgarrada y llena de riesgos, pero también tenemos que admitir que el tono es más cercano al clown que al humor negro irlandés… de difícil clasificación y ejecución. Además, algunos actores -como es el caso de López o Marta Millà– son demasiados jóvenes para los personajes que interpretan, y esto también acaba restando parte de credibilidad. Una credibilidad, por cierto, que queda totalmente enmascarada a medida que la obra avanza y los disparates o los cráneos salen disparados en todas direcciones.