De ciervos y raves clandestinas

La brama del cérvol

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La brama del cérvol → Teatre Lliure - Montjuïc
25/05/2025 - Teatre Lliure – Montjuïc

Dentro del ADN de La Calórica siempre ha existido la voluntad de hablar del declive de los valores humanos y sociales, ya sea en la actualidad (Fairfly, De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda o la serie Sala Polivalent) o en determinados momentos históricos (Feísima enfermedad y muy triste muerte de la reina Isabel I, Le congrés ne marche pas). La brama del cérvol no es ninguna excepción, sino la consecuencia de una larga y fructífera carrera que este año cumple 15 años y que siempre se ha centrado en el humor y en una mirada crítica y política. Precisamente ahora, con la perspectiva del tiempo, se atreven a hacer una obra que en el fondo habla un poco de ellos mismos, o mejor dicho de un grupo de creadores escénicos que se reúnen en un hotel de montaña para habla de como hacer un teatro que consiga transformar la sociedad. A partir de aquí, un avalancha de situaciones estrambóticas, el cruce de varias historias y un desfile de personajes al límite que lo dejarán todo patas arriba.

Uno de los temas que plantea la obra es que cualquier pequeño cambio puede producir un cambio más grande, que todo está conectado y puede tener consecuencias. Incluso los personajes acaban saltando de uno al otro actor, creando un juego de espejos realmente inquietante. Y es precisamente aquí, en este embrollo salvaje, donde la obra empieza a perder parte de su encanto y empieza a hacerse cada vez más críptica. Hasta antes de llegar al bosque todo fluye y todo funciona, pero creo que la rave espiritual que aparece de la nada solo acaba aportando más confusión. Una confusión que incluso disfruta de un falso final (o un doble final, según se quiera ver) y una resolución metateatral que quizás no hacía falta.

Quizás no será de los espectáculos más redondos de La Calórica, pero está claro que aporta ideas muy interesantes, un planteamiento original y un guion que divierte… y también hace pensar. Esto sin hablar del nivel interpretativo, que como siempre es de una gran calidad y de una exigencia muy destacable.

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