De igual manera en que los mejores actores entienden que interpretar, en esencia, no es más que un juego, algunos buenos dramaturgos como Jordi Casanovas escriben, aparentemente, también desde esta misma filosofía lúdica (y tan saludable). En este caso, el autor y director de Sopar amb batalla o Un home amb ulleres de pasta presenta una propuesta que vuelve a mezclar la comedia negra y el thriller, en este caso, con componentes inesperados de crítica socio-política. Muy cercana al estilo teatral de Jordi Galceran, la obra plantea una interesante batalla dialéctica, macabra y divertida entre un hombre sencillo y con pocas luces y una psicóloga que dirige unas misteriosas pruebas muy bien remuneradas. Como decíamos, los diálogos, las adivinanzas y los giros argumentales recuerdan mucho a Paraules encadenades mientras que el ambiente de crueldad administrativa se refleja, claramente, en el recuerdo de El método Grönholm (ambas de Galceran). Sin embargo, más allá de estas posibles influencias, el texto funciona con la precisión de un reloj, es inteligente, tiene un sentido del humor exquisito y una estructura sólida y verosímil. Además, sus protagonistas (Ramon Madaula y Anna Sahun) tienen una gran química escénica, transitan con comodidad la evolución de la trama y los diferentes estados de ánimos de sus personajes. Quizás la conclusión final se hace un poco obvia comparada con la sutileza del resto del montaje pero, en cualquier caso, sorprende y contiene un mensaje contundente que es, seguramente, lo que, en realidad, se pretendía.
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