El resto es silencio

Hamlet Aribau

Hamlet Aribau
12/12/2021

¿Cuántas aproximaciones y versiones del texto de Shakespeare se habrán hecho desde su publicación en el siglo XVII? Seguro que se pueden contar por millones y por eso es complicado y, al mismo tiempo, todo un reto enfrentarse a un texto conocido y trasladado al escenario (y al cine) desde mil visiones diferentes. Pero cuando se conoce el texto y se quiere y aprecia cada verso se puede encontrar una nueva manera. Y es exactamente lo que demuestra y hace Oriol Broggi en esta ocasión.

El montaje audiovisual y sonoro de esta versión del clásico de Shakespeare cautiva y emociona. El texto está cogido con ternura y se pone al servicio de una exposición próxima, intensa y también afable. Broggi acentúa de manera atrevida y muy interesante las partes hilarantes y cómicas de las intervenciones de Hamlet – y Polonio- para darle ritmo y crea una complicidad con el público que algunas versiones han olvidado, pero que se encuentra intrínseco en el texto del Bardo.

La sucesión de escenas, maravillosamente interpretadas por todo el reparto, están hiladas con el soporte audiovisual que permite un escenario como es el cine Aribau. Su gran pantalla permite introducir en la producción fragmentos de películas clásicas, momentos musicales y una visión de los personajes íntima y, a veces, fuera del escenario que aumentan la conexión con la espectadora. Cada soporte visual es un riesgo que Broggi toma y super con éxito. Y para acabar de envolver esta aventura, se suman canciones muy bien elegidas para ayudar en las transiciones de las escenas (playlist que podéis encontrar en Spotify, por cierto).

Una vez el marco y el texto son inmejorables, la guinda del pastel la ponen las actuaciones, porqué los versos de Shakespeare no son nunca tan bien transmitidos como cuando cobran vida encima del escenario. Guillem Balart asume y da vida al espíritu primigenio de Hamlet, con todo lo que ello comporta: emoción, pasión, dolor, venganza, locura y comicidad. Consigue pasar por todos los estados de su personaje con una maestría absoluta, haciendo suyas cada una de las palabras que pronuncia, al mismo tiempo que crea un ambiente seguro y confortable para el desarrollo del resto de personajes.

Todo el reparto está sublime adoptando las interpretaciones que les corresponde en cada momento. Aviso que acaba la obra tendréis un afecto especial al Polonio de Toni Gomila, sus intervenciones son inolvidables.

Hay textos que consiguen traspasar los años y aún provocan reacciones y ganas de enfrentarlos desde nuevos puntos de vista, que continúan siendo vigentes incluso con el paso del tiempo. Y es necesario que continúen cobrando vida encima de los escenarios porque, como se comprueba con este montaje, aún quedan muchas aristas por descubrir.

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