Si es cómico y musical, mejor

Golfus de Roma. El musical

Golfus de Roma. El musical
25/09/2022

¿Quién dice que no sea siempre una buena idea hacer musicales en Barcelona y hacerlos, además, en catalán? Esta producción es un gran ejemplo que con creatividad, ganas y esfuerzo se pueden hacer grandes obras de este género y atrapar al público para que vaya.

En esta ocasión se vuelve a recuperar una de las populares obras de Sondheim, pero dándole una vuelta y transformando un viaje de romanos en un escenario lleno de clowns. Así pues, en un ambiente que reproduce un circo, se nos presenta la historia que involucra al esclavo Pseudolus (Jordi Bosch) que para obtener su libertad ayudará a su amo Eros (Eloi Gómez) a conseguir estar con su querida Philia (Ana San Martín) que ha estado vendida a Miles Gloriosus (Víctor Arbelo), un capitán romano. Pero esta comedia alocada se sirve de los entuertos creados por las mentiras que Pseudolus va explicando a diestro y siniestro al resto de personajes, a los cuales hace cómplices de su plan, para mostrar momentos histriónicos y divertidos que hacen pasar un buen rato al público.

La escenografía y la puesta en escena son una delicia con todos los elementos cuidados al detalle, la iluminación adecuada y una orquestra que destacada sobre todo por su movilidad dentro y fuera del escenario. Como si se tratara de unos artistas de calle que pasan de pueblo en pueblo explicando su historia, músicos e intérpretes se aposentan en el teatro durante más de dos horas para narrar su cuento y hacen feliz al público con la diversión, el entretenimiento y la ligereza de la comedia.

Dentro de este viaje destaca especialmente Jordi Bosch, perfecto anfitrión de esta comedia. Él es el hilo conductor, quien va interactuando con el público y lo hace partícipe de todo, a quien anima a ser feliz y despreocupado durante el tiempo que dure el espectáculo. Todo el reparto está lleno de energía y de una ilusión que se contagia al patio de butacas. Cada uno de los personajes tiene su momento especial y es de agradecer en una historia tan coral.

Grandes músicos e intérpretes encima del escenario, diversión, clowns, Sondheim… pero al mismo tiempo con algunos problemas de ritmos en la narración, especialmente en la primera parte, donde la supresión de algunas canciones o algunos momentos más reiterativos hubiese dado agilidad a la obra. De esta manera, se permitiría al público enfrentarse a la segunda parte más ligero y no agobiado como llega por el exceso, quizás, de histeria colectiva teatral. La segunda parte es muy rápida y amena, y se agradece.

Con todo, el teatro se convierte por unas horas en una burbuja de imaginación, histeria, despreocupación y alegría. Y sales cantando, porqué “si es cómico (y musical), es mejor”.

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