Más historia, menos musical

Fun Home

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27/09/2018

Tres épocas: infancia, adolescencia-juventud y edad adulta. Estas son las tres etapas de la vida que Alison Bechdel nos explica, en primera persona, en la adaptación del musical de Broadway Fun Home.

La Alison adulta quiere descubrir, repasando su vida, que pasó para que su padre, cuando ella era una joven universitaria, muriese. Nos hace un repaso, totalmente musical, por su infancia, cuando la conexión con su progenitor era tan especial que se entendían a la más mínima. Como vivió en una casa, que parecía un museo de restauración, con sus padre y hermanos. Va recordando detalles, haciendo saltos en el tiempo, desde el momento en que descubrió que le encantaba dibujar hasta que tuvo su primera historia de amor en la universidad. Momentos, instantes, que buscan encontrar alguna pista que le haga descubrir porqué se produjo aquel trágico final. Y la historia no se puede explicar más, porqué sino se desvelarían elementos que esperan sorprender al espectador.

La historia, la trama, es magnética, creando sospechas, hipótesis, en el espectador que intenta averiguar por su cuenta hacia donde irá la narración. Los personajes, bastante complejos todos –a excepción de sus dos hermanos, pero tampoco hace falta-, están dibujados de una manera detallada, sus personalidades se van desvelando poco a poco a medida que los textos y las canciones van apareciendo en escena.

La escenografía está cuidada al detalle, muy trabajada, y ayuda a la narración de la historia con cada elemento. Todo tiene un sentido y un porqué encima del escenario. Y los intérpretes se valen de manera muy inteligente de cada detalle.

De las interpretaciones destacar especialmente a Mariona Castillo y Clara Solé, las Alison adulta y universitaria, respectivamente. Solé, concretamente, conecta mucho con el público, y consigue eclipsar a sus compañeros de escena en más de un momento.

Musicalmente está muy bien trabajada y las voces, la mayoría, consiguen acaparar la atención del espectador cada vez que suena una nota. Quizás se echan de menos más momentos musicales de Castillo, te quedas con las ganas de verla explosionar o hipnotizar con algún tema más destacado.

Como musical, y eso ya nace de la versión original de Broadway, se queda un poco corto. En algunos momentos sí que te dejas volar por alguna canción que están entonando los personajes, pero muchas de las canciones funcionan como excusa para determinar el género de la obra. Seguramente el texto sin ninguna canción tendría la misma fuerza. No hay canciones memorables o que te dejen completamente sin aliento, un elemento característico de cualquier gran musical. La música i sus letras navegan entre los personajes, pasando un poco desapercibidas, sin quitar protagonismo al texto en ningún momento.

Falta aquella fuerza, aquel run-run que se te queda en la cabeza. Que salgas del espectáculo entonando las notas de una melodía de manera repetitiva e incansable.

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