Ya hace años que vemos espectáculos de danza integrada, donde no es extraño ver bailarines profesionales compartiendo espacio con sillas de ruedas, pero Fuck-in-progress va un paso más allá. Jordi Cortés y la Asociación Kiakahart, que hace años que lucha para abrir a todos los ciudadanos el lenguaje de la danza y de las artes en movimiento, han querido demostrar que se puede bailar aunque no se tengan piernas o que haya una discapacidad visual. Aquí ya no aparecen las sillas, ni los bastones blancos, ni las prótesis… Todo desaparece a la primera escena, y encima del escenario sólo quedan bailarines. Unos bailarines, por cierto, que nos acaban demostrando que el cuerpo no es un impedimento, sino un recurso para expresarse y para sentir. De hecho, Fuck-in-progress habla de la sensualidad, del erotismo y de la necesidad de sentir, sea como sea tu cuerpo y prescindiendo de estereotipos y clichés.
Es cierto que el espectáculo puede resultar incómodo para algunos espectadores, pero de hecho se trata de esto. Para superar ciertos convencionalismos hay que pasar una primera fase, que quizás chocará o despertará en nosotros sentimientos enfrentados. Pero es necesario pasarla para poder entender el verdadero objetivo de la compañía. Espectáculo muy recomendable por sus sanas intenciones, pero también por la alta calidad de los bailarines y por la extraña belleza de las imágenes que crea.