No siempre se elije el mejor momento para afrontar los problemas ni las verdades que se han intentado obviar durante mucho tiempo, pero dentro del peor que se puede elegir… hay niveles. Las cuatro mujeres de esta obra parece que lo han encontrado mientras escalan una montaña bastante difícil.
De diferentes ámbitos, pero con el mismo espíritu de superación personal y con una pasión innata por la escalada, las mujeres de esta producción tienen como objetivo subir la pared del Fitzroy, por la vía yugoslava, y proclamarse las primera mujeres en hacerlo. Mientras esperan su ventada de buen tiempo para acabar el recorrido, refugiadas entre las paredes de la montaña, explican historias, anécdotas y planes que tienen por hacer. Un tropiezo hará temblar todo lo que habían planeado.
Divertido y fresco, el texto firmado por Jordi Galceran engulle al público, lo hace reír y acompañar a las protagonistas en la aventura dialéctica. El ritmo de los puñales en forma de palabras que se lanzan las unas a las otras y los puntos irónicos de cada intervención estimulan a la espectadora para que esté atenta y recordando, con ellas, las palabras de la “frase maldita”.
Sílvia Bel, Míriam Iscla, Sara Espígul y Natàlia Sánchez son estas tres compañas de aventura, cada una con una personalidad muy marcada. Con un humor característico, muestran la personalidad del personaje creando una entidad independiente que encaja con el resto con una facilidad extrema. Todas emanan una energía desbordante, pero Iscla tiene un magnetismo inequívoco y único para provocar la carcajada irónica a mandíbula abierta.
La escenografía es un marco comparable para para la aventura y crea un espacio especial e inhóspito al mismo tiempo, como la misma historia que nos está narrando la producción.
Se hace corta y deja con ganas de mucho más. 90 minutos de buen humor, de desconexión y de pasarlo muy bien.