Lo más interesante de Nao Albet y Marcel Borràs es la libertad que tienen para crear y el imaginario -a veces más cinematográfico que teatral- que desarrollan en sus espectáculos. Nunca sabes por donde te saldrán ni cómo acabarán una escena determinada. Acostumbran a probar nuevos mecanismos teatrales, hacen autocrítica -magnífica la escena del coloquio postfunción- e incluso juegan con el texto del programa de mano. De hecho, el juego es lo más importante, y esto se nota, se percibe… Ahora bien, tanto riesgo y tanta creatividad desatada comporta en ocasiones algunos problemas. El más destacable de Falsestuff es el exceso, tanto de duración como de alargamiento de una idea a priori muy original. Pero habría otro, relacionado con una dramaturgia desordenada que no ayuda a la pieza y que se pierde en divagaciones innecesarias. El día en que estos dos jóvenes actores, directores y autores encuentren el encaje justo entre dramaturgia y propuesta escénica no habrá quién los pare. De momento, sólo nos queda aplaudir una obra imperfecta pero arriesgada, una obra que repele y atrae a partes iguales, que entusiasma pero que también agota… Eso sí, pocos creadores de aquí se atreven a tanto… y esto siempre es de agradecer.
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