“Una cançó s’és dictada el Dia de Sant Joan, d’una mort que és succeïda… Ja us ho aniré explicant!” así empieza la canción La mort del pare Jordi. Y como esta, tantas músicas populares pasadas de generación en generación sin poner en dudad sus letras ni orígenes. La tradición siempre ha sido cantarlas y compartirlas.
Jordi Vidal hace un repaso en esta obra de algunas de las piezas del cancionero popular catalán. Melodías tradicionales que transforman la tragedia en una animada tonada que se va repitiendo de unos a otros haciéndolas perdurar en el tiempo, donde ladrones y asesinos son aclamados y a las víctimas se les borra la identidad. Durante este viaje por la cultura musical catalana, se van desgranando crímenes antiguos e historias reales que muestran una fascinación intrínseca del ser humano por el mal. El texto se pregunta cuánto dura el dolor y el sufrimiento que provocan estos aspectos monstruosos.
Es un montaje atrevido y potente que con una imagen visual oscura y minimalista se construye a través de los sonidos y la música de Laia Vallès y, sobre todo, de la voz impresionante de Jordi Vidal. La espectadora queda atrapada y perdida en su capacidad vocal, hipnotizada por la melodía y las letras que transportan a mundos turbios embellecidos por un canto absolutamente preciosos. En algunas ocasiones el público olvida qué ha ido a ver al teatro, porqué solo quiere continuar perdido en el viaje auditivo que propone Vidal. Es una auténtica maravilla.
Es cierto que el trayecto por esta memoria colectiva es muy interesante y enriquecedor, especialmente para aquellos/as que no tienen un conocimiento de esta tradición musical, pero el mensaje se pierde un poco en la estructura elegida. Sí que crea una curiosidad que engancha a la espectadora al relato que se quiere explicar, pero al final queda la sensación que un recital de las canciones con interludios por contextualizar los hechos o la época hubieran funcionado mejor para acabar de redondear la pieza.
Con todo, el pacer de escuchar a Vidal y la pasión con qué se narra todo el paseo por esta historia son alicientes suficientes para dejarse llevar por cada nota que resuena en el teatro.