Con esta obra Llàtzer Garcia cierra la trilogía sobre la familia, pero yo diría que abre un nuevo camino dentro de su ya importante trayectoria como autor y director. Lo empezamos a notar con Sota la ciutat, pero creo que aquí ya queda claro que los temas cogen más vuelo y los personajes se sobredimensionan. Sólo hay que ver esta Madre que interpreta de forma magistral la gran Teresa Vallicrosa. Su personaje, una fascinante mezcla de ternura y terror, requeriría incluso más minutos en escena, puesto que cuando no está se pierde un poco el interés por la historia y por el resto de personajes, que a pesar de todo tienen un trasfondo complejo y muy interesante.
Els nens desagraïts es el retrato de una secta supuestamente real, pero es sobre todo un tratado sobre los extraños caminos de la fe, sobre la desesperada necesidad de creer y sobre todo sobre la manipulación y el autoritarismo, así como todas las secuelas que esto puede llegar a traer. Una de las premisas de la obra es mostrarnos las víctimas de diferentes generaciones de esta secta, y aunque lo hace con una brillante elipsis y la utilización de los mismos actores, creo que dramatúrgicamente es la decisión más delicada de todas. Una decisión que se salva con otro final para recordar, al igual que ya pasaba en Sota la ciutat. Sin ningún tipo de duda, una obra madura y compleja de un autor que ha encontrado definitivamente su voz y que en cada estreno lo explora con más generosidad.