Los que conocíamos esta obra de Santiago Rusiñol ya hace años que pensábamos que era el momento oportuno para que el TNC la recuperara, sobre todo por las similitudes entre el contexto de cuando se estrenó y el que vive actualmente Cataluña. También era interesante revisarla por su divertido y amable retrato del catalanismo más exacerbado, aspecto que en su momento causó un gran escándalo y que hoy nos provoca una sonrisa algo más sana. Tal como decía el propio autor, «para amar Cataluña, ha que reírla».
El TNC ha apostado fuerte por esta propuesta, y el resultado es un collage de folclore reciclado bajo la excelente y elegante dirección de Jordi Prat i Coll. El director y adaptador ha optado por mezclar el texto de Rusiñol -una pieza no excesivamente larga- con canciones que conforman nuestra historia y nuestra identidad. De este modo, el montaje se transforma en un espectáculo de variedades, donde se mezclan canciones populares, esbarts dansaires, cuplés, parte del repertorio de los Coros de Clavé, sardanas y un montón de pequeños himnos excursionistas, entre otros muchos. El principio de la primera y de la segunda parte son momentos externos al texto que nos ayudan a situarnos dentro de la fiesta, porque si realmente hay algún propósito en este proyecto es el de divertirse y hacer disfrutar al espectador. Así, dentro de este entoldado simbólico, nos podremos encontrar a la Marieta de l’ull viu, a una Moreneta totémica y casi aterradora y a un montón de estereotipos de la Cataluña de principios del siglo XX (el cura poeta, la solterona, el juez aprovechado, los escritores glorificados o la jovencita de pueblo).
A parte de mezclar el cóctel con gran habilidad, Prat i Coll se ha sabido rodear de un magnífico equipo. La música en directo funciona de fábula, el vestuario es más que acertado y la escenografía de Laura Clos sabe aprovechar muy bien los recursos del TNC sin que resulten excesivos o gratuitos. La parte interpretativa es realmente notable, con un equipo de más de veinte personas del que destacan Anna Moliner, Àngels Gonyalons y Rosa Boladeras, todas ellas divertidísimas y muy comprometidas con la juerga. En definitiva, un espectáculo que hay que ver… tanto por el goce teatral que supone como por la imperante necesidad de parar un momento y «reír Cataluña».