Verdades escondidas

Els dies mentits

Els dies mentits
03/03/2019

A medida de ir dejando espacio en la cartelera teatral a obras de directoras, dramaturgas y creadoras, cada vez resulta más evidente que no nos habíamos dado cuenta del gran valor que tienen todas esas voces que estaban siendo silenciadas. Es cierto que una buena historia siempre es universal pero también que esa universalidad se consigue, muchas veces, desde la especificidad, la particularidad y la personalidad de un autor o autora en concreto. Un hombre no podría haber escrito nunca Llibert de Gemma Brió, Una gossa en un descampat de Clàudia Cedó o Només una vegada de Marta Buchaca, por poner algunos ejemplos. No de esa manera, ni desde ese punto de vista. En esta misma línea, Marta Aran, que ya nos habló de las dificultades de compatibilizar maternidad y carrera profesional en La noia de la làmpada, nos trae ahora un tema más íntimo, delicado y (en cierto modo) prohibido: la anorgasmia femenina.

En un formato de monólogo interno compartido con el público, Aran desgrana las interioridades psicológicas y emocionales de una protagonista que viaja desde la negación y la mentira hasta el reconocimiento explícito de su sufrimiento. La actriz Lara Salvador encarna con gran carisma y energía esta mezcla de tristeza, humor y estrés a través de diferentes juegos escénicos. El espectáculo es dinámico e interesante y tiene un final muy potente y conmovedor que es, verdaderamente, el gran momento del montaje. Quizás el problema es que el tono ligero con el cual transcurre mayoritariamente la narración (fruto de la negación del personaje) puede hacer impacientar al espectador que necesita conocer más sobre el drama que se esconde allí detrás. También se echan de menos fragmentos que no se apoyen tanto en el texto y que expliquen el relato desde perspectivas escénicas diferentes a expresar el mundo interior con palabras. Aun así, la propuesta tiene un uso de la escenografía y los objetos original y estimulante, y consigue hacer reflexionar y tocar la tecla adecuada para que el espectador se pregunte hasta qué punto, muchas veces, somos prisioneros de nuestras mentiras.

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