La conocida obra del dramaturgo francés Francis Veber vuelve a cartelera tras más de veinte años de su primera representación en la ciudad condal. Las expectativas son altas ante el retorno de esta exitosa comedia, pero el montaje dirigido por Pep Anton Gómez las satisface, o eso parecen decir las constantes carcajadas en el patio de butacas.
Diálogos frenéticos que saltan de un gag a otro, situaciones que atraviesan el disparate, un elenco de cinco personajes opuestos entre sí y un poco de slapstick parecen ser la fórmula del éxito para esta eterna comedia. Cabe destacar la increíble interpretación de Artur Busquets, el idiota invitado de la noche que llena el escenario con su torpeza, buena voluntad y ternura.
Paco Mir, ex miembro de Tricicle, ha sido el encargado de la adaptación. Esta vez tratando de eliminar los elementos machistas y desfasados para que pueda conectar con el público del siglo XXI. Un ejercicio necesario pero que sigue dejando a los dos personajes femeninos reducidos a apariciones mínimas y puramente funcionales para asistir la trama de los personajes masculinos, y es que quitarle el machismo de raíz a una obra no es tarea fácil.
En cualquier caso, la cena de los idiotas sigue siendo una apuesta segura para una hora y cuarenta minutos de comedia alocada donde cada situación disparatada es superada por la siguiente, y es que no hay nada más divertido que estar rodeado de idiotas.