Cuestión de fe... y de ambición

El profeta

El profeta
17/06/2016

Da gusto ver como grupos pequeños o modestos como La Calórica no tienen ningún tipo de miedo de enfrentarse a proyectos tan ambiciosos como éste. Y es que El profeta es un espectáculo ambicioso por su idea original, por su concepción y por su desarrollo. Las tres historias de la obra, situadas en tres espacios y en tres épocas diferentes, se entrecruzan entre sí para explicar la débil frontera entre la vida y la muerte, entre lo que es real y lo que es intangible (Dios, sin ir más lejos), o bien entre la ciencia y aquello que se escapa a ella. Al estilo del Marburg de Guillem Clua, este texto de creación colectiva -cuesta de creer realmente que sea así- va creando un entramado complejo y a la vez conectado, con una buena muestra de vasos comunicantes.

La dirección de Israel Solà es limpia, elegante y muy efectiva. También ayuda al conjunto la esforzada interpretación de los tres protagonistas, que a pesar de la falta de matices en algunas escenas acaba resultando homogénea y coherente. En definitiva, una pieza ambiciosa pero muy bien ejecutada; con algunos fragmentos demasiado densos, pero con un resultado global más que notable.

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