La vida amorosa y las relaciones no son fáciles, eso es un hecho. Hay veces que por querer dar un poco de vida a estas se plantean nuevas experiencias, pero pensar que estas propuestas lo facilitarán todo, es estar muy equivocado/a.
Mireia y Roger son pareja y viven juntos desde hace unos cuantos años. La noche de fin de año, ella hace una lista de todos los objetivos que ha alcanzado en estos meses y se da cuenta que hay una cosa que no se ha movido, que está estancada y ya no lo hace feliz: su relación. En cambio, Roger, optimista como él solo, cree que todo ha mejorado en los últimos 12 meses. Con el año nuevo ella le propone abrir la pareja y probar el poliamor para reforzar y mejorar su relación. A Roger no le hace ni pizca de gracia, pero decide intentarlo para hacerla feliz.
Y así es como empieza esta obra, de poco más de una hora de duración, en la cual el público va acompañando a los protagonistas durante un año en esta relación poliamorosa a tres y cuatro. Con situaciones absurdas, estrambóticas y muchas veces hilarantes, se va haciendo un paseo tranquilo y divertido por historia que se presenta en el escenario.
Es un musical simpático, sencillo, llano y divertido que hace pasar un muy buen rato, animando a comparar las letras de las canciones con la vida amorosa… de cualquiera. Los personajes son extrañamente entrañables y muy bien interpretados por Anna Herebia (Mireia), Marc Pociello (Roger), Gerard Sesé (Míster) y Berta Peñalver (Gwendolin).
Con una puesta en escena sencilla y maleable, acopándose a los cambios de la relación, el texto va fluyendo a través de las canciones, mientras cada personaje va viviendo el aquí y ahora. El público se deja llevar con la historia, escapándose alguna rosa cuando ve alguna cosa en el escenario que le refleja alguna relación vivida y sonriendo con todo lo que se va relatando.
La sensación final es de haber estado compartiendo vivencias con unos amigos en una cena un día cualquiera, qué necesario a veces.
