La compañía La Ruta 40 vuelve una Navidad más con esta obra de Thornton Wilder para retratar en tan sólo 60 minutos la historia de toda una saga familiar.
Gracias al uso de elipsis temporales perfectamente integradas en los diálogos, somos testigos del paso (y peso) del tiempo sobre la familia Bayard y la casa que habitan. Las diferentes generaciones transitan por este espacio que también funciona como delimitador temporal de la obra, empezando con la primera cena de Navidad que se celebra en la casa para cerrar con la última.
Durante estos 90 años conocemos a multitud de personajes que vienen y van según termina el ciclo vital de cada uno, representando el nacimiento y la muerte con preciosas metáforas que marcan el estilo de la obra. A pesar de los múltiples personajes que aborda cada intérprete, no llegamos a perdernos gracias a un ritmo acelerado que no les permite estancarse en ninguno de ellos, creando esta sensación de timelapse acelerado pero delicado al mismo tiempo.
No hay mejor contexto que la Navidad para relatar la historia de una familia a través del tiempo. Argumento universal en el que fácilmente vemos reflejadas nuestras historias familiares y vínculos afectivos. Además, también nos remite a obras como Cien Años de Soledad, recordándonos que “hay cosas que sólo el tiempo puede curar”.