La feria de las vanidades

El gran mercado del mundo

El gran mercado del mundo
19/05/2019

Me gusta el Xavier Albertí que se atreve con todo, el que mezcla géneros y estéticas, el que saca su alma de cupletista sea en el texto que sea, el que prueba y arriesga. En definitiva, el Albertí que ya vimos en L’hort de les oliveres, por poner solo un ejemplo. Y es que nadie más habría imaginado a Calderón con una banda sonora donde conviven amablemente -o no- la música sacra con la rumba, el tango, el cuplé y la canción italiana. Un Calderón que sube a la atracción de feria y que no para de ofrecernos imágenes e ideas provocadoras, pero qué era un acto sacramental del siglo XVII si no un alud de alegorías cargadas de profundidad filosófica… El mensaje que se perseguía era muy diferente, pero aquí es donde entran las licencias del director, que acaba poniendo la religión en el centro de esta feria de vanidades que acompaña a los personajes.

Otro de los aciertos, igual que ya ha pasado en otros montajes de Albertí, es unir a actores de técnicas e incluso de disciplinas diferentes. Así tenemos al cantante Jordi Domènech o al bailarín Roberto G. Alonso, pero también a Sílvia Marsó, Mont Plans o Jorge Merino. Una interesante mezcla que funciona y que extrae lo mejor de los complicados versos de Calderón. Quizás es cierto que el prólogo no se acaba de escuchar bien por el tema del ventilador o que en algún pasaje las palabras del autor español se enredan sin sentido. Pero son temas menores ante un espectáculo que entra por los ojos, que emociona por la forma y que no deja indiferente a nadie. Un montaje que quedará como un referente de esta pieza tan poco representada.

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