Seguramente se tienen que haber sufrido las escuelas de los cuarenta y cincuenta para disfrutar mejor este espectáculo de Anexa y Tanttaka Teatroa. Aún así, yo que las veo como una cosa lejana y que las conozco por referencias paternas he reído de los chistes y de los profesores caricaturescos que iban desfilando ante mis ojos. No sé hasta qué punto el montaje es heredero de la versión para niños, pero sí puedo decir que la educación -o cómo dice el programa de mano, (des)educación- que recibían las niñas era radicalmente diferente. Si a ellos se les educaba para el trabajo y para el éxito profesional, a ellas se las educaba para la obediencia, las tareas del hogar y la entrega total y absoluta al futuro marido. Visto desde la perspectiva actual nos puede parecer una aberración, pero tal como dicen las actrices al final del espectáculo todos y todas somos herederos de aquel modelo patriarcal que todavía colea.
Antes de adaptarse al teatro, donde ha tenido un gran éxito que empezó hace más de 20 años, El florido pensil fue un libro de Andrés Sopeña Monsalve, un profesor de Derecho de la Universidad de Granada que quiso recrear el sistema educativo de la posguerra española. Es por eso que las versiones teatrales arrastran la deuda a la anécdota, a la historieta o al hecho episódico, lejos de desarrollar una acción dramática continuada dentro de las paredes de la escuela nacional-católica. Es cierto que se buscan cinco protagonistas, en torno a las cuales girará todo, pero al final uno sale del teatro con las anécdotas y los gags más impactantes y no con el desarrollo vital de los personajes. En este sentido, todavía no he podido olvidar el magnífico cura que compone Isabel Rocatti o la divertidísima escena de la supervisora falangista…
Por último, no engañaremos a nadie si decimos que el éxito más importante de la propuesta es la elección de las actrices. Estas cinco grandes cómicas (Batalla, Bertran, Labrador, Portas y Rocatti) disfrutan haciendo de niñas traviesas, de monjas castigadoras, de falangistas alocadas, de peculiares profesoras de gimnasia, etc. Aciertan con el tono y aseguran las risas del público en general, pero sobre todo las risas cómplices de aquellos que pasan de los sesenta… Recomendable para todos a los que les gusta reír, pero con cierta conciencia.