La novela homónima de Mark Haddon es maravillosa, dulce, tierna. La adaptación teatral que ha hecho Simon Stephens también lo es. Es una historia muy original que gira alrededor de un niño de dieciséis años con el síndrome de Asperger —a pesar de que en ningún momento se nos da información concreta del tipo de trastorno que padece. El pequeño Christopher Boone es un muchacho con una inteligencia descomunal para las matemáticas, pero que en cambio, no sabe interactuar con las personas que lo rodean ni con la sociedad en general. Sin embargo, enseguida empatizamos y nos identificamos con él. La clave de la obra es conseguir que el público se ponga completamente en la piel de Christopher.
La puesta en escena que nos propone Julio Manrique al Lliure de Gràcia es muy imaginativa e ingeniosa, dado que tiene que recrear muchos escenarios distintos: la escuela, la casa de Christopher, la calle, el metro, etc., y lo hace sirviéndose de todos los rincones del espacio del que dispone, a veces a niveles de altura diferentes. Es de justicia destacar la enorme actuación de Pol López, un actor de pies a cabeza que brilla con luz propia en el papel protagonista. Hace un Christopher delicioso e increíblemente realista. Es admirable cómo recrea el autismo de un niño que vive encerrado en su mundo. Pero a su lado están los no menos magníficos Ivan Benet, Marta Marco y Cristina Genebat. Benet, que en realidad sólo tiene ocho años más que López, se identifica perfectamente como su padre, con algunas canas y un poco de maquillaje. Ivan Benet es un actor que a cada obra que hace mejora más y más.
El curiós incident ha tenido que prorrogar funciones dos semanas más porque ya antes de estrenarse había vendido casi todas las entradas para todos los días. Sin duda, un gran acierto de Julio Manrique.