Este montaje de El Chico de la Última Fila dirigido por Andrés Lima es redondo, y lo es por diversas razones.
El texto de Juan Mayorga, que muchos conoceréis por la adaptación cinematográfica de François Ozon “Dans la Maison”, aborda la relación entre un profesor de literatura frustrado y su alumno prodigio que se dedica a espiar y relatar la vida de la familia de su compañero Rafa, una familia de clase media cualquiera.
La obra combina escenas reales con las escenas narradas por el alumno, llegando a difuminar los límites entre realidad y literatura en diversas ocasiones. Con este enfoque de metaficción el texto reflexiona sobre la imaginación, la construcción de relatos, el papel voyeur del espectador y un sinfín de principios narrativos. Asistimos a una masterclass de narrativa cada vez que el profesor interpretado por Sergi López conduce la escritura de su alumno con consejos como “no debe ser verdad, sino verosímil”.
Más allá de este texto magistral, que además de su incursión en el séptimo arte ya ha sido representado 25 veces en teatro, Andrés Lima pone a relucir cada uno de los detalles del relato con su puesta en escena. La iluminación juega con sombras y contraluces para recalcar el misterio y el voyeurismo, unas cortinas que avanzan y retroceden sobre el escenario crean una ambientación onírica propia de la imaginación y el trabajo corporal de los actores crea contrastes de movimientos y ritmos.
Sólo queda mencionar el gran trabajo de los intérpretes. Además de las ya anunciadas estrellas Míriam Iscla y Sergi López descubrimos a Guillem Barbosa, quien defiende a la perfección el papel de este adolescente que se mueve entre lo siniestro y lo tierno. En definitiva, una obra imprescindible «porque la vida sin cuentos no vale nada».