En épocas convulsas de crisis social los textos clásicos resurgen para demostrar que las tragedias humanas son atemporales y universales.
Este es el caso de Una Ilíada, una revisión del texto clásico de Homero, adaptado a cuatro manos entre Lisa Peterson y Denis O’Hare, que Eduard Farelo trae a escena para hablarnos de los conflictos sociales y la cólera humana.
El formato del monólogo responde a dos necesidades. Por un lado, la voluntad del propio Farelo de ponerse en riesgo, afrontando un gran reto actoral que sin duda supera con sobresaliente. Por otro lado, el deseo de narrar la historia tal y como se hacía en la época clásica, dando todo el poder a la palabra del narrador y dejando que el espectador construya las escenas en su cabeza.
Para alimentar esta imaginación necesaria en el público, Farelo apela directamente al espectador en más de una ocasión, resultando un poco forzado en algún momento. Además, acerca la historia a nuestro entorno temporal y espacial, facilitando nuestra implicación e identificación.
El texto tiene una potencia capaz de emocionar al espectador contemporáneo a través de temas universales como el amor, la guerra, la venganza y el perdón. Una historia que el narrador lleva 2.800 años relatando con la esperanza de poder dejar de hacerlo algún día, cosa que por desgracia parece estar lejos de suceder.
La dirección de Juan Carlos Martel nos brinda una pieza milimétricamente construida, donde cada gesto y cada palabra se ubican en su exacto lugar y medida. En definitiva, una obra impecable que merece la pena ser vista.