Una extraña flor

Doña Rosita la Soltera o el lenguaje de las flores

Doña Rosita la Soltera o el lenguaje de las flores
28/03/2014

Hay flores extrañas, ya sea por el lugar donde nacen, por el aroma que desprenden o por su estética inesperada. Doña Rosita la soltera es una extraña flor dentro de la obra de Lorca. No es de las más preciadas ni de las que tienen más mérito, no tiene el nombre de Yerma o Bernarda, ni se acerca a la fantasía del maleficio de la mariposa o a la abstracción del público… Esta es una obra enmarcada entre el realismo y la poética; una obra de apariencia sencilla pero muy complicada a la hora de encontrar un tono que no chirríe entre canción y canción o entre poesía y poesía. Doña Rosita es, por lo tanto, una extraña flor. Una flor bella y muy delicada.

Encargarle el montaje de esta pieza a Joan Ollé ha sido todo un acierto. Ollé tiene experiencia en García Lorca (Así que pasen cinco años), en espectáculos claramente poéticos (Coral roto) y también en otros que giran en torno a una idea más que no de un texto (A la ville de Barcelona). Con todo este bagaje, y con muchos de sus cómplices habituales, el director ha sabido encontrar la delicadeza y la magia que hay en toda la obra del poeta de Granada. Ha acertado también con el trío protagonista (Nuera Navas, Carme Elías y Mercè Arànega) e incluso con las escenas musicales, con las que es tan fácil caer en el ridículo… y, en cambio, tan bien resueltas.

Mención aparte, la sutil y sencilla escenografía que ha creado Sebastià Brosa, También destaca la iluminación de Lionel Spycher, o el colorido vestuario de Míriam Cuenta. Incluso la magnífica canción que ha compuesto Paco Ibáñez… Creo que es la primera vez que cito a casi todos los responsables técnicos, pero es que esta vez… era de justicia.

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