Estarías más guapa si te arreglases más. Si hicieras dieta te sentirías mejor. ¿Quieres decir que no tendrías que depilarte? Lo importante es la personalidad, pero que no sea feo o fea. Se te pasará el arroz. Te quedarás para vestir santos.
Cada día cualquier persona recibe consejos no deseados o sentencias alrededor de su cuerpo, a su manera de vivir o de entender la vida. Imposiciones sociales que, aunque parece que van disminuyendo con el paso del tiempo, no acaban de erradicarse y afectan, más de lo que se piensa, a muchas personas.
Con pequeños sketches que conforman un todo, esta obra es un pequeño cabaret-vodevil de situaciones pretendidamente exageradas para conseguir una finalidad clara: demostrar su ridiculez. Pero también sirve para poner un espejo, nunca mejor referido, a una sociedad superficial y egocéntrica que ve en la estética su bandera principal para esconder, a veces, una vida patética.
La compañía Facòf estructura un relato divertido, interactivo y atractivo que invita al público a formar parte del espectáculo, al mismo tiempo que lo hace reflexionar e identificar situaciones que se pueden pasar por alto y que son tóxicas igual o más que las evidentes. Momentos estelares como el Ken deconstruido, el peso de las convenciones físicas o la carrera de fondo entre árboles y semáforos, ayudan a conformar un espectáculo distraído, al mismo tiempo que aporta un significado subyacente importante. Solo algunos momentos se llevan un punto demasiado al límite o se alargan en el tiempo y ralentizan la producción, pero eso no afecta al conjunto de la obra.
Las intérpretes y el intérprete se entregan sin reservas y se exponen para dar voz a cuestiones latentes con una mirada directa, honesta y real. Un rato desacomplejado con significado que eleva el espíritu y deja regusto de reflexión.